
Testimonio de una Víctima de la Resolución 07/12 en RD
“En enero del 2010, solicité un duplicado de mi acta de nacimiento a la oficialía del estado civil dominicano, el cual me fue negado. No soy la única persona en esta situación. Hay miles de otros dominicanos que también son víctimas, y por ese motivo no pueden estar aquí presente. Yo represento el rostro de cada uno de ellos.
Al momento de solicitar personalmente mi acta de nacimiento, estaba muy convencida que regresaría a mi casa con ella y que podría seguir adelante con mis planes. Pero no fue así.
Yo fui declarada de manera oportuna por mi padre ; realice mis estudios primarios y secundarios ; poseo cédula de identidad y electoral ; he ejercido mi derecho al voto y fui bautizada en la Iglesia Católica. Con todos esos precedentes, pensé que sería imposible que me negaran un documento que es mío y al cual he tenido acceso tantas otras veces para distintos fines. Lo triste no fue sólo el hecho de la negación, sino también el trato que se me dio en la oficina. Era como si haber nacido de padres haitianos fue lo peor que hubiese pasado. Como si mis padres hubiesen cometido un crimen y haberme declarado en el registro civil, hubiese sido un delito. Eso fue lo que sentí en aquel momento, cuando yo quise explicaciones y la oficial civil me expresó textualmente que “no tenía la culpa de que mis padres fueran haitianos”, y que no tenían ninguna explicación que darme, porque ésas eran órdenes que venían de arriba.
Por primera vez me sentí realmente pérdida y discriminada, nunca en mi vida había recibido un trato semejante sólo por el hecho de que mis padres fueran haitianos. Ese día, lloré inconsolablemente porque no terminaba de entender lo que pasaba y no sabía dónde buscar ayuda. Me inundó una ola de frustración, dolor, angustia y desesperación al no saber qué hacer.
Cuando fui a la Junta Central Electoral (JCE), me dijeron que hay que investigar a mis padres para saber su estatus legal cuando me declararon. No supieron dar un estimado del tiempo para el proceso ni cómo exactamente se haría, sólo me dijeron “mantente llamando”.
Después de seis (6) meses, me di cuenta que ésta no era una salida, pues había casos que nunca habían sido tomados en cuenta, como el de mi hermano que desde el 2007 ha estado en espera de una solución y ni siquiera había entrado en la fila de los que serían investigados desde el 2008.
Eso hizo que mis preocupaciones se agudizaran y vi muy lejos la realización de mi deseo inmediato que es el ingresar a la universidad.
Impactos ; Esta resolución me afecta de múltiples maneras, pero no solo a mí sino que a cientos de jóvenes al igual que yo. Mi deseo en particular era ingresar a la universidad, pero también hablo por Isidro, que no puede obtener cédula de identidad y tiene 22 años, no puede conseguir un trabajo digno y vive con miedo de que la oficina de migración lo deporte cuando vaya a la capital. Lo digo también por Alfredo que no pudo contraer matrimonio y perdió un contrato de trabajo en Crucero. Por Helena que aún no ha podido ingresar a la universidad ni obtener cédula ; también por Felipe que no ha podido hacer una maestría en su carrera de derecho, y por lo que pasa con Santa que dio a luz, tiene cédula pero no pudo declarar a su bebe. A cada una de las víctimas, no sólo nos limitan el acceso a una cosa sino que todos esos derechos o violaciones son comunes a todo/as. Todos somos vulnerables a no conseguir un empleo, a no conseguir documento de identidad, por lo tanto no podríamos cotizar en el fondo de pensiones ni en el seguro medico. Nuestra salud también se ve limitada, ya que para consultas o cirugías, en muchos casos, necesitamos mostrar documentos de identidad. Por la misma razón, no podríamos adquirir o vender ningún bien, o realizar algún estudio técnico o universitario. En fin son varias las limitaciones a la que estamos sometidos por esta resolución de la JCE.
Nadie después de pasar por un proceso como ése puede decir que sigue igual, porque son muchas las cosas en las que nos limitan con esa disposición, y de manera especial a nivel de identidad, pues hay muchas personas que se sienten muy orgullosas de su nacionalidad o identidad y esta situación hace tambalear lo que muchos no habían cuestionado nunca : su nacionalidad.
La mayoría de las personas conscientes de esta realidad somos aquellos que hemos luchado para salir adelante, personas que en su mayoría hemos logrado salir del batey y buscamos un futuro mejor, cambiar el círculo vicioso de nuestra historia, mejorar nuestras condiciones de vida y aportar a la sociedad. Al encontrarnos con esta disposición es como encontrarnos con un muro que no nos permite ir más allá de nuestras posibilidades. Es como si fuera imposible o un delito que un hijo/a de migrante haitiano pueda escalar peldaños dentro de la sociedad y decida cambiar el destino que ha sido diseñado para él.
Toda mi familia vive y sufre esta situación. Pues recuerdo la cara tan triste de mi hermanita cuando el director del liceo le dijo que si no trae el acta de nacimiento, no podrá tomar las pruebas nacionales para concluir el bachiller.
Nuestros padres han dado sus vidas, sus fuerzas y toda su sangre en las tierras y cañaverales dominicanos. Muchos hoy en día son vistos como bagazos, “residuos” que se echa a la basura y es eso lo que quieren hacer con su prole. Nos quieren aniquilar a través del “genocidio civil”.
Descendemos de un medio muy vulnerable dentro de la sociedad dominicana. Nuestras posibilidades económicas son escasas para llevar a cabo grandes acciones, pero pensamos que con la misma paciencia de las viudas del evangelio, destruiremos la paciencia de aquellos que nos quieren oprimir y así obtener nuestra libertad y respeto dentro de la sociedad dominicana.
Esperamos de ustedes, distinguidos comisionados, su apoyo y sensibilidad en esta lucha que estamos llevando, el fin de la resolución 12, de la discriminación y la exclusión social a que somos sometidos los dominicano/as de ascendencia haitiana.
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